1.000 GRULLAS PARA JAPÓN
Makiko Sese es una japonesa que vive en Madrid desde hace un año y que, como todos, está conmocionada con lo que ha pasado en su país. Para mandar un mensaje de ánimo a su gente se le ha ocurrido rememorar la tradición de “las 1.000 grullas”. Nos pide que hagamos una grulla de papel hasta completar las 1.000 (y todas las que vengan), mandemos la foto a la dirección las1000grullas@gmail.com y ella se encargará de hacérselas llegar.
Éste es su blog y aquí puedes ver las fotos.
Yo ya he mandado la mía, junto con un nazareno.
La historia de las 1.000 grullas
Sadako Sasaki tenía sólo dos años cuando el 6 de agosto de 1945 una bomba atómica arrasó Hiroshima. Vivía a menos de 2 kilómetros de la explosión, y aunque aparentemente no mostraba ningún síntoma a raíz de la explosión, 9 años después se le diagnosticó una leucemia debido a la radiación.
En el hospital, para animarla, su mejor amiga le recordó una vieja historia (Senbazuru) sobre una persona que hizo 1.000 grullas de papel (la tradición del origami está muy arraigada en Japón, aquí lo conocemos como papiroflexia) y los dioses le concedieron un deseo como premio a su esfuerzo. Sadako se puso manos a la obra, sin embargo la gravedad de su enfermedad hizo que sólo llegara a hacer 644 grullas, falleciendo el 25 de octubre de 1955. Fueron sus amigos los que completaron las 1.000 grullas. Desde 1.958, en el Parque de la Paz de Hiroshima, y como homenaje a todos los niños fallecidos por la bomba nuclear, hay una estatua de Sadako sujetando una grulla. Desde entonces, “las 1.000 grullas” se convirtió en tradición en Japón.
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